Un mes sin plástico

Hola, hoy os quiero hablar de algo bastante diferente pero que me preocupa y del reto que intentamos conseguir mi pareja y yo durante un mes: no comprar productos envasados en plástico. Antes de nada, quiero matizar que no estamos en contra del uso del  plástico, solo queríamos reusar el plástico que ya teníamos y reducir la cantidad de plásticos de usar y tirar. ¿Quieres saber cómo nos fue? Pues sigue leyendo.

Todo empezó cuando mi pareja, harto de ir al contenedor de reciclaje con la bolsa de basura llena de plástico cada dos por tres, se propuso no comprar nada envasado en plástico durante todo el mes de febrero. La primera semana de febrero no estuve con él, pero al volver me pasó el reto, ya que soy la que va a hacer la compra con más frecuencia de los dos.

El mes pasó muy lentamente, con una batalla realmente dura cada vez que tenía que hacer la compra.

Al principio sobrevivimos comprando básicamente verdura y fruta tanto en el supermercado, fruterías locales o en el mercado y llevándonos nuestras propias bolsas de plástico o tela para transportar los productos.

Hasta ahí bien, el problema vino cuando se acabaron las reservas de carne, pescado, embutidos o productos lácteos de nuestra despensa, frigorífico o congelador.

Era frustrante ir al supermercado y salir con las manos vacías porque nada, absolutamente NADA se podía comprar sin plástico (algunas veces ni siquiera la fruta o la verdura). Tuvimos que optar por comprar productos lácteos envasados en plástico en el supermercado porque era imposible encontraros sin ellos, ni siquiera en el mercado local.

Ejemplo de una de mis compras de embutidos.

Respecto a los embutidos y quesos, tenía que pensar con antelación qué iba a comprar y qué llevarme conmigo para poder transportar los productos. La estrategia era la siguiente: llevarme varias fiambreras de casa y pedirles a los dependientes de la charcutería que por favor las utilizasen. Al principio, me miraban extrañados, pero después se acostumbraron a mí. Lo malo de los embutidos y quesos era que me esperaban en el mostrador envueltos en plástico para evitar que se resecasen y, después de cortar la parte correspondiente, el dependiente volvía a envolverlos con un nuevo trozo de plástico. Técnicamente, yo no estaba comprando plástico, pero la acción de comprar implicaba el uso y desechado de plástico, así que no estaba del todo contenta.

Comprar pescado y carnes era directamente imposible, ya que ambos tipos de negocios, ofrecían los productos en papeles recubiertos de plástico. En varias ocasiones conseguí que me los pusieran en mis fiambreras o bolsas, pero en otra me ponían excusas o el producto no cabía en mis fiambreras.

Dándome una vuelta por el mercado, vi varias verdulerías que ofrecían legumbres a granel  y una minitienda de productos ecológicos con pasta también a granel. Eso me dio la idea de buscar comercios para comprar a granel sin bolsas y encontré uno cerca de casa. Aunque la oferta era increíblemente amplia (varios tipos de arroces, harinas, legumbres, setas secas, pasta, frutos secos, fruta seca, etc.), los precios también eran increíblemente altos llegando a ser incluso el doble de lo normal en supermercados y mercados (estos últimos suelen ser normalmente más caros que los supermercados). Compré una vez y con esa compra tuve para todo el mes, pero creo que no hubiese vuelto a comprar allí de todas formas por sus precios. Se podría decir que el precio superior se debe a una mejor calidad o a producto ecológicos, vale, cada uno paga lo que quiere por lo que quiere.

Cartel del mercado

Otro sitio donde intentamos comprar sin envases de plástico fue el mercado de productores del planetario de Madrid, que dice ser “un mercado sostenible libre de plásticos”… Es verdad que vi varios consumidores que llevaban sus propias bolsas y carritos para comprar, además los puestos de verduras estaban libres de plásticos. Sin embargo, también vi algunos en los que había bolsas de plástico disponibles por si no venias con ellas de casa o simplemente te las daban por defecto. En un puesto además, intenté llevarme unas aceitunas encurtidas que estaban muy buenas, pero cuando les pregunté si podían ponérmelas en unos de los recipientes que traje de casa, me dijeron que no tenían báscula para poder vendérmelas a granel. Solo tenían las aceitunas en los cubitos de plástico que vendían. En otros puestos, vendían bebidas para consumirlas allí, obviamente en vasos de plástico…

Me fui muy decepcionada por ver que no podía comprar nada sin plástico (ni aceite, ni chocolate, ni queso, ni nada) a parte de verduras (cosa que ya hacía en el mercado sin problemas) y ver cómo un mercado sostenible libre de plásticos era toda una utopía…

También me gustaría comentar que, aparte de bolsas de tela y reusar las de plástico que ya teníamos en casa, compramos varias botellas de vidrio para poder transportar zumo, leche o aceite, vino, pero de nuevo fue imposible encontrar un lugar donde poder comprar estos productos sin plástico. Gracias a Dios, no tuvimos que comprar ningún producto de droguería porque nos duraron el mes, pero no hubiera sabido dónde comprarlos a granel.

Así que sí, logramos reducir la cantidad de plástico que reciclamos casi un 70%. Sin embargo, la conclusión es que el plástico ha invadido nuestras vidas y entiendo el motivo (es muy cómodo y práctico comprar productos envasados), pero lo que no entiendo es porque la gente ni los comercios reúsan los envases y ni siquiera se toman la molestia de reciclarlos correctamente. Cada vez que me doy un paseo por mi barrio veo fruterías que dejan cajas de cartón y plástico en la calle, ni siquiera al lado de los contenedores, cuando voy al contenedor de plástico de mi comunidad de vecinos y veo de todo menos plástico o, peor todavía, plástico en el contenedor de basura orgánica, se me rompe el corazón (de esto ya hablaré pronto en otra entrada).

Ya soy bastante pesada con la gente que conozco e intento que reciclen (preguntadle a mi madre o a mis excompañeros de oficina, están hartos de que les dé la paliza sobre el reciclaje), solo me queda la esperanza de que la sociedad ponga de su granito de arena y de que las ciudades se hagan cargo de la gestión de residuos de manera adecuada.

Yo por mi parte seguiré reusando envases, comprando en mercados todo lo que pueda sin plástico, yendo al punto limpio para tirar la basura a su contenedor adecuado y soñando con que mis descendientes puedan respirar aire limpio y bañarse en un mar libre de plásticos…

Os invito a todos a probar este reto para concienciarse de la cantidad de plástico de la que dependemos y producimos. Ya me contáis.

*****

Si os ha gustado la entrada no os olvidéis de compartirla en las redes sociales y de suscribiros al blog en este enlace. También os invito a echarle un vistazo a las diferentes secciones del blog ;).

*****

Imagen de cabecera: cortesía de Pixabay.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *